Escribo este articulo porque mucha gente me ha preguntado por el método que usé para dejar de fumar, así que voy a explicarlo un poco y espero que sirva de ayuda a más personas.
Yo era un fumador empedernido, consumía 2 paquetes diarios y si el día se alargaba delante del ordenador o por una cena-salida me podía ir tranquilamente a los 3 paquetes. Así estuve desde los 24 a los 42, 18 años en total. Yo era de lo que encendían un cigarrillo en el finger del avión nada más salir por la puerta, al entrar en el coche, al coger el teléfono. Cualquier acción desencadenaba el deseo de fumar.
Había intentado reducir el consumo con motivación, chicles, picando, cigarrillos de menta, pero nada, a los pocos días volvía de nuevo a los 2 paquetes.
La familia insistía mucho en que hiciera algo porque les preocupaba mi salud. Mi padre, que era fumador, había muerto hacía poco de un cáncer de pulmón. Yo me encontraba bien y no me apetecía nada dejarlo, la sola idea de no fumar el primer cigarrillo del día, o los que acompañaban a los cafés me parecía impensable. No concebía tampoco el trabajar sin tabaco.
Un día me avisaron de que una prima mía, también fumadora, iba a probar un nuevo método que le habían recomendado unos conocidos. Eran fumadores de 3 paquetes diarios y habían dejado tabaco sin esfuerzos y sin sufrir. Un poco para que se callaran todos y me dejaran en paz accedí a probarlo, el metodo en cuestión se llamaba Smokend.
La primera visita era un martes y dio la casualidad de que en el programa de Redes de Eduard Punset del domingo por la noche, en un noticiario tecnológico que hacían, hablaron de este método. Decían que se estaban obteniendo unos porcentajes de éxito del 70% cuando lo normal con otros sistemas era del 10-15%. Despertó un poco mi curiosidad pero nada más.
El martes siguiente acudí al centro donde hacían el tratamiento con mi prima. Justo antes de entrar me había quedado sin tabaco y compré un paquete de Goald Coast para fumar cuando saliera. Al entrar nos dieron una explicación sobre el método: nos iban a aplicar unas microondas, no notaríamos nada, pero eso produciría una estimulación en la producción de endorfinas, lo cual hacía que no se tuvieran ganas de fumar. No me creí ni una palabra y pensé: «en cuanto salga de aquí me enciendo un cigarrillo y a tomar viento».
Durante unos 45 minutos estuve estirado en un camilla viendo como me pasaban una especie de lápiz con una luz por diversos puntos de los brazos y el pecho. No noté nada, tal como habían dicho. Al salir nos preguntaron si llevábamos tabaco para tirarlo a la basura. Naturalmente yo callé, ¡me acababa de comprar el paquete!. Sin embargo al salir sorprendentemente no tenía ganas de fumar. Pensé que al entrar en el coche encendería un cigarrillo, como siempre, pero no lo hice.
Empecé a conducir hacia casa y he de confesar que estaba un poco asombrado y después preocupado de que no tuviera ganas de fumar. Al llegar recuerdo que me senté en un sofá esperando que mi cuerpo me pidiera el cigarrillo pero no pasaba nada. Entonces pensé, es imposible que después de cenar no fume, vamos a ver que pasa. Y ¡milagro!, acabé de cenar y no tenía ningunas ganas de fumarme un cigarrillo, no me lo creía, por primera vez en mis 20 años de fumador me iba a dormir sin haber fumada nada durante varias horas.
El día siguiente tenía varios retos, por una parte el café de la mañana, uno de esos momentos en los que siempre, pero siempre, fumaba uno o dos cigarrillos y después el momento de ponerme delante del ordenador a trabajar. Pues bien, pasé esas pruebas sin ningún esfuerzo, simplemente no tenía ganas de fumar por primera vez desde que yo recordaba.
Completé los 3 días de tratamiento que me quedaban y nunca más he tenido ganas de fumar. He estado rodeado de personas que fumaban: familiares, compañeros de trabajo, parejas, etc. He asistido a fiestas, cenas, he jugado a ajedrez Online hasta la madrugada, he pasado por todas las situaciones en las que habitualmente consumía más tabaco sin que me costara ningún esfuerzo no fumar. Eso si, jamás se me ha ocurrido volver a probar un cigarrillo para ver que pasaba.
Al cabo de un tiempo de dejar de fumar empecé a notar varias mejoras, los dolores de cabeza que tenía una vez a la semana desaparecieron, la mucosidad espesa que tenía cada día también. Ya no tosía y podía hacer esfuerzo físicos sin ahogarme. Creo que es una de las mejores cosas que puede hacer, intentar el tratamiento aunque no creía en él.
Por último solo decir una cosa, aún conservo en mi casa aquel paquete de Goald Coast que compré antes de entrar y que ya nunca llegué a abrir.